Los resultados del último estudio de Gallup refuerzan la idea de que las personas no renuncian a los trabajos sino a las personas

El narcisista, el «bloqueador» de crecimiento, el pasivo-agresivo, el líder «manteca». Las tipologías son muchas y cambian según el manual, pero lo cierto es que los malos líderes están ahí afuera y que su efecto en las organizaciones puede ser demoledor.
El viejo axioma que reza «la gente renuncia a jefes y no a trabajos» empieza a parecerse menos a un mito instalado y más a un problema real que probó su alcance en un relevamiento realizado por Gallup. El estudio, que recogió datos de 7.272 personas en Estados Unidos, indicó que una de cada dos personas dejó un trabajo para escapar de un jefe y mejorar así su calidad de vida en algún momento de su carrera profesional.
El estudio, llamado State of the American Manager, también determinó que los jefes impactan en al menos el 70 por ciento de la variación en el nivel de compromiso de los empleados. ¿Qué quiere decir esto? Que así como pueden generar malestar, falta de entrega y mal clima laboral, también, si reúnen las condiciones para ejercer bien su posición, pueden impactar positivamente, incluso potenciando el rendimiento de los recursos que tienen a su cargo. La misma investigación arrojó que sólo una de cada diez personas tiene las capacidades y aptitudes necesarias para las posiciones de management. Andrés Hatum, profesor en Management y Organización de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, se dedicó a estudiar los peores tipos de jefe y publicó recientemente sus hallazgos en el libro El Anti-Líder: por qué las personas no renuncian a las empresas sino a sus jefes.

Con respecto a los diferentes tipos de anti-líder, Hatum identi􀃛ca varios: el cortoplacista, que tiene siempre la mirada puesta en el mañana inmediato y le falta la visión estratégica, el «triple no»: no sabe, no lee, no aprende. También están los líderes bestiales, que son los narcisistas, maltratadores, los llamados «tóxicos». A la lista, se suman los «líderes manteca», aquellos que no toman decisiones. «El jefe es un factor fundamental. Todo el mundo piensa que el dinero es lo que más mueve la aguja, pero no. Si sos un buen talento y no tenés un buen jefe, te vas a ir. Ahora, los talentos buscan una buena calidad de vida. Las nuevas generaciones no soportan más el mal liderazgo», aseguró Hatum en una nota publicada en el sitio TN.com.
En cuanto a los efectos del mal liderazgo en las personas y en las organizaciones, Hatum asegura que impacta no sólo en la salud y calidad de vida de los empleados, sino también en la productividad de las empresas. «Yo creo que el futuro de los malos jefes se va viendo limitado porque las nuevas formas de trabajo más colaborativo hacen que esta gente quede mucho más expuesta».
Gustavo Aguilera, Director de Capital Humano y Right Management de ManpowerGroup Argentina, coincide en señalar que los malos jefes impactan en los resultados: «En cualquier organización, lo que la gente valora es el clima de trabajo inmediato. Cuando eso se ve afectado con problemas de relacionamiento, atenta contra la productividad».
Puede suceder, sin embargo, que en determinados contextos los malos jefes ofrezcan temporalmente resultados
satisfactorios. Al respecto, Hatum señala: «Es una bomba de tiempo. Termina siendo un boomerang organizacional a
mediano o largo plazo».

 

Fuente:  https://puntobiz.com.ar/noticias/val/120691/val_s/41/una-de-cada-dos-personas-dejo-un-trabajo-por-un-mal-jefe.html

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