La época estival puede ser un buen momento para planificar el resto del año. Pero, cada vez más, se convierte en un mito la idea de que baja la actividad. Casos de empresas que no frenan con el calor.

«Verano» suele ser sinónimo de vacaciones, así como también se lo suele asociar con el momento para arrancar de cero y planificar el año que comienza. Pero esta percepción no se cumple en todas las compañías. Ya sea por su cultura, los productos y servicios que ofrecen, o porque dependen de sus casas matrices -radicadas en cualquier otra parte del globo-, la época estival se puede transformar en un momento de «alta intensidad».

«Es un mito», dice Ezequiel Bardas, presidente y gerente General de Xerox Argentina, cuando se le pregunta si el verano es sinónimo de planificación. «Comenzar en marzo implica perder dos meses del año, un 17% de la productividad». En Accenture, «la real planificación» comienza entre agosto y septiembre, dice Alejandra Ferraro, directora Ejecutiva de RR.HH. para América latina, y esto tiene que ver con que su año fiscal comienza el 1° de septiembre. De todas maneras, admite que entre Navidad y Año Nuevo hacen revisiones más extendidas y repiensan propuestas.

Matías Ghidini, general manager de GhidiniRodil, señala que es parcialmente cierto que el verano es el momento para planificar. Esto tiene que ver con que «una gran cantidad de compañías aprueba presupuestos, y definen estrategias y planes en el tercer trimestre del año, con algún ajuste o revisión durante el último». Por ello, en enero y febrero, la mayoría debería estar activando estos planes. A esto se le suma otro factor. «Se acortaron los tiempos en los que nuestros clientes descansan», señala Gustavo Pina, director de Professionals & RPO de Randstad Argentina. Es cada vez más común que los colaboradores no se tomen un mes completo en esta fecha, sino que partan sus vacaciones: «Esto hace que la demanda, si bien merma, se mantenga más elevada». Ghidini le añade otro detalle: para las multinacionales con operaciones en el hemisferio norte, «el break por vacaciones es muy menor o casi no existe».

Por ello, el verano puede ser sinónimo de «mucho trabajo y proyectos por encarar».
«Cualquier momento es bueno para planificar. Todos los profesionales encuentran esos espacios en diferentes instancias», aclara Martín Gerding, gerente senior de Page Personnel, aunque admite: «Es cierto que períodos de fines y principios de año se identifican como bisagra». De todas maneras, remarca que, según la industria y compañía, estos estadios se generan en finalizaciones de año fiscal, que no siempre caen en época estival.

Cervecería y Maltería Quilmes es un ejemplo de empresas para las que el verano no es sinónimo de relax, sino lo contrario. «Representa la temporada alta para la industria cervecera (y de bebidas)», asegura Érica Zamora, directora de Selección, Capacitación, Desarrollo, Comunicaciones Internas y Clima de la firma. Por eso, entre noviembre-diciembre y hasta marzo-abril, «nuestras cervecerías duplican esfuerzos», afirma. La etapa de planificación y armado de estrategias es entre septiembre y noviembre «para llegar con nuestros planes y propuestas cerrados para el verano», dice.

Otro desafío surge cuando se trabaja para una multinacional. «Debemos exigir de nuestras filiales la planificación adecuada de recursos», dice Diego Lozano, managing director de Región Sur y Andina de gA. Y agrega: «Dado que brindamos servicios en 41 países, tenemos que tener la suficiente capacidad de adaptación a todos los temas culturales». Pone como ejemplo que, en enero, algunos de esos países tienen 4 horas de luz o comienzan el año lectivo. A esto le suma dos factores: que sus clientes les siguen exigiendo un servicio 24×7 y que, en América latina, se trata de un período de vacaciones, entrenamiento y lanzamientos.

La consultoría tampoco tiene descanso. «Este verano, en particular, y luego de un primer año de transición, un nuevo mapa de oportunidades de negocios está planteado, así que es momento de definiciones y de un rol más activo de todos los jugadores», dice Mariana Camino, presidente de Abeceb, por lo que asegura que se trata de una «temporada alta». Aún así, se las arregla para planificar, definir estrategias, coordinar y ampliar equipos.

Algo similar ocurre en Turismocity.com. «Es temporada alta de venta de hoteles, por lo que estamos muy enfocados trabajando en el día a día, pero también aprovechamos para planificar el resto del año», dice Julian Gurfinkiel, cofundador de la empresa.

Más allá del rubro o si es una multinacional, la cuestión cultural también tiene su peso. «Las compañías de cultura más conservadora del mercado optan por descansar para recargar energías y, a medida que se acerca marzo, reiniciar operaciones a todo vapor», describe Gerding. En el otro extremo ubica a las empresas «de corta historia y espíritu arriesgado, que duplican sus esfuerzos para logar los objetivos del primer trimestre y que superen al último del año».

¿Qué hacer?

En Xerox Argentina, por ejemplo, aprovechan enero y febrero «para hacer la bajada de los objetivos comerciales, estrategias y lanzamientos», dice Bardas. Y agrega: «En el verano se trabaja en la comunicación de la estrategia comercial del año».
«Si genuinamente ‘sobra el tiempo’ -dice Ghidini- puede ser un buen momento para ordenar, desde el espacio de trabajo o ideas hasta los proyectos, equipos y prioridades, parar la pelota, tomar perspectiva y corregir».

Las tareas administrativas, que se posponen por la carga de trabajo o por la demanda de los clientes, se pueden poner al día. En plantas productivas, las empresas apuntan a hacer mantenimiento. «Incluso, se apagan los hornos y se para la producción. También se aprovecha para hacer evaluaciones de desempeño, controles de stock, refacciones, cierre de planificación comercial, de costos», dice Pina. Y recomienda: «A nivel RR.HH., es un muy buen momento para hacer las evaluaciones anuales de desempeño, detectar necesidades de formación y planificar las incorporaciones. Incluso, para la contratación». ¿La clave? Tener en cuenta las vacaciones de quienes participan en el proceso de selección y en la toma de decisión.

«Planificar, no desde la mirada de la burocracia, sino desde la de trazar el camino, las paradas y los puntos de recalcular y readecuación», sugiere Cecilia Giordano, directora General de Mercer, a las compañías que estén un poco más «tranquilas». A su juicio, «la planificación es la base de una ejecución disciplinada con metas, objetivos e indicadores».

En Whalecom consideran que a los meses de verano se les puede exprimir el jugo. «Si tu negocio es B2B, ya no sucede que los clientes no están disponibles en verano. Por el contrario, muchos están aprovechando algo de baja de actividad para hacer planes y tomar decisiones que les permitan iniciar el tiempo de mayor trabajo bien preparados», asegura Gonzalo Rossi, CEO de la consultora.

Saber comunicar, la clave

Para las multinacionales que enfrentan contraestaciones con sus casas matrices, «es de vital importancia el flujo de comunicación y el seteo de expectativas», sentencia Gerding. «En mercados como el nuestro, el rol de los líderes locales es clave para transmitir con exactitud el momento del año y de la compañía en los entornos en los cuales se encuentran».

Y, si bien es cierto que es probable que haya que modificar y adaptarse a la realidad de la casa matriz, para Pina, «se debe definir la estrategia local, aprovechando las oportunidades de mercado». Rossi considera esencial «educar a la casa matriz y tener claro cuáles son los procesos globales que requieren atención». Muchas veces «se peca de obediencia y no se avisa a tiempo que no se contará con todos los recursos», alerta. Así, recomienda «asegurarse de no fallar ante los procesos globales claves o centrales al negocio, administrando vacaciones, pero asegurando que correrán fluidamente y evangelizar sobre la cercanía de la etapa estival en las interacciones con la casa matriz».

 

Fuente: El cronista

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