Frente al estrés laboral se está imponiendo una patología opuesta que influye cada vez más en las razones para cambiar de trabajo: el aburrimiento o «boreout». ¿De que se trata?

«A diferencia del burnout, en el que la tarea a realizar es demasiado exigente al punto de que paraliza al trabajador, el boreout resulta de un trabajo monótono y rutinario – explica Adriana Guraieb, psicoterapeuta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)-. Es un nuevo riesgo laboral y una patología del trabajo que se caracteriza por un profundo estado de aburrimiento, que daña tanto como el estrés y que tiene consecuencias similares: depresión y descenso de la autoestima.»

El concepto de boreout fue acuñado por Philippe Rothlin y Peter Werder en su libroSíndrome Boreout. Los primeros estudios realizados a partir de esta definición hallaron que el 15% de los oficinistas cumplen con los requisitos básicos: estar sometido a trabajos infraexigentes y sentir aburrimiento y desinterés ante éstos. Investigaciones más recientes arrojaron un amplio rango de porcentajes: el Ministerio de Trabajo español halló que el aburrimiento alcanza al 10% de los trabajadores, mientras en Inglaterra afecta al 87%, según una encuesta internacional.

El interés que despierta hoy el aburrimiento en el mundo del trabajo es parte de un zeitgeist. Sometidos a múltiples estímulos y con la obligación de ir siempre hacia adelante y hacia arriba, el aburrimiento se percibe como un punto muerto, ciego, del que todos queremos escapar. Así como los chicos no pueden pasar ni dos minutos sin estar «haciendo algo», los adultos no podemos vernos detenidos por mucho tiempo en un mismo lugar. En otros tiempos nadie pensaba que el trabajo debería ser divertido, más bien todo lo contrario.

¿Cómo se explica este cambio de expectativas? «Los millenials, que constituyen el corazón de la fuerza laboral hoy en día, se mueven en el mundo de la inmediatez, donde todo evoluciona a una gran velocidad, y quieren llevar esa misma rapidez al desarrollo de su carrera. Es por eso que si uno no logra imprimirle un sentido de aprendizaje a su trabajo se van de la organización», afirma Guibert Andres Englebienne, chief technology officer (CTO) de Globant, que señala que un ambiente laboral de aprendizaje constante es uno de los pilares con los que esa compañía trabaja en la motivación de sus empleados.

Esa necesidad de aprendizaje contrasta con la imagen que muchas empresas tienen de sus empleados, en especial cuando se trata de aquellos más jóvenes. «Cuando se dice que los jóvenes no tienen compromiso, en realidad lo que sucede es que tienen un compromiso muy fuerte con ellos mismos -señala Schuster-. Las jóvenes generaciones no disocian trabajo de placer: quieren trabajos en los que se puedan realizar, en donde sientan que pueden aportar, que pueden cambiar cosas. Quieren hacer cosas nuevas todo el tiempo; si empiezan a ver que siempre es lo mismo, comienzan a desconectarse del trabajo.»

Aburrimiento en términos laborales, o boreout, implica carecer de una sensación de progreso profesional en el día a día, una valoración subjetiva que no se explica sólo por el crecimiento progresivo del salario.

«El aburrimiento nace muchas veces de la sensación de estar estancado, de perder el tiempo en algo que no nos interesa o en lo que no creemos, pero a lo que estamos atados para pagar las facturas», escribió la periodista Karelia Vázquez en el diario El País.

Es que si bien un buen sueldo sigue siendo el principal factor decisor a la hora de buscar un trabajo, la satisfacción que éste proporciona se cuenta dentro de los argumentos más importantes para mantenerlo. Un estudio sobre felicidad y trabajo realizado recientemente por la Universidad Siglo 21 en varias ciudades de la Argentina (incluidas Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mendoza) halló que una buena experiencia subjetiva en el trabajo explicaba el 23% de la satisfacción con la vida de los encuestados, mientras que la conformidad con el dinero explicaba sólo el 7% de esa satisfacción.

Y la rutina -en la inmensa mayoría de los casos- es el enemigo más acérrimo de la satisfacción. Más aún si de millenials se trata: «Los jóvenes de 20 a 25 años buscan proyectos desafiantes y un desafío permanente: cuando se llegó al objetivo propuesto, es necesario darles un nuevo desafío, porque de lo contrario buscarán el nuevo desafío fuera de la empresa», asegura Pablo Liotti, gerente de marketing y comunicación de Adecco Argentina, compañía que recientemente llevó adelante una encuesta sobre estrés laboral que arrojó que el 42% de los trabajadores argentinos sostiene que la principal causa de estrés laboral es generada por el clima reinante en el lugar y el equipo de trabajo.

Aburrirse es más estresante que estar ocupado, coinciden los especialistas en el tema, que postulan el boreout como una suerte de imagen invertida del burnout. «El estado de aburrimiento que se conoce como boreout es tan dañino como el estrés. El deterioro que producen estas situaciones hace que se afecte la identidad profesional, al tiempo que la persona se siente cada vez más desvalorizada y disminuida, con una reducción progresiva de la motivación laboral», agrega Guraieb, que describe los signos visibles de un empleado aburrido: «La persona que siente que su trabajo es monótono y rutinario tiende a disimular y fingir estar muy atareada y posterga la realización de las tareas o las ejecuta en mucho más tiempo que el necesario».

Las redes sociales se han convertido hoy en el refugio preferido del oficinista aburrido. Una encuesta sobre boreout realizada para AOL sobre más de 100.000 empleados reveló que el 33,2% sentía que su trabajo no representaba desafío alguno, por lo que pasaba unas dos horas promedio por día en redes sociales para matar el tiempo.

Pero ¿cómo revertir (o prevenir) el aburrimiento en el trabajo? «El paso inicial y fundamental es que los departamentos de recursos humanos conozcan la demografía interna de la empresa, ya que no es lo mismo implementar acciones para motivar a personas de 20 años que a otras de 40. Ofrecer la posibilidad de hacer home office, por ejemplo, quizá no suponga un beneficio para alguien que está acostumbrado a respetar un horario de oficina», responde Liotti.

El problema es que aún son pocos los entornos laborales en los que nos desenvolvemos en la Argentina de hoy que asumen la importancia de que sus empleados estén realmente motivados (algo que va más allá de la extendida imagen de poner un metegol, juegos de mesa o cómodos sillones en la oficina), y que actúan en consecuencia. Incluso el concepto mismo de boreout no ha ingresado todavía en el imaginario de buena parte de quienes integran los departamentos de recursos humanos locales.

Schuster reconoce cierto incipiente movimiento: «Las empresas están cada vez más propensas a hacer cosas con respecto a la relación con sus empleados, porque están viendo que necesitan una vuelta de tuerca». Quizá lo que haga falta sea que las empresas comprendan que el boreout no sólo mina el interés y la felicidad de sus empleados, sino también sus propias ganancias. «El aburrimiento representa oportunidades perdidas, una menor productividad, menor innovación y, por sobre todo, que los empleados no estén conectados con lo que necesita la empresa», concluye Schuster.

 

Fuente: Lanacion.com

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