Llega el mes en que las empresas despiden el año con una gran fiesta para agradecer a sus colaboradores por su dedicación en el trabajo. Estas son algunas recomendaciones para organizarla y mantenerla como un evento corporativo. 

En diciembre, además de celebrar en familia el arribo de la Navidad, las organizaciones realizan la famosa fiesta de fin de año, una actividad de esparcimiento para que los trabajadores compartan entre ellos y los líderes tengan la oportunidad de reconocer su entrega.

Sin embargo, al organizar el festejo es importante que el departamento de recursos humanos, y las áreas involucradas, sigan algunas pautas para que la fiesta no deje de ser un evento empresarial y se eviten comportamientos impropios entre los empleados.

Para Paola Guerra, consultora en temas de bienestar organizacional, la fiesta de fin de año debe tener unos objetivos claros, acordes con la ideología de la organización. De no ser así, el resultado será una actividad sin sentido, en la que se están derrochando tiempo y recursos económicos.

Desde el principio, asegura Guerra, la celebración debe estar articulada y orientada a cumplir con el propósito que se hayan trazado las directivas de la entidad. El objetivo que se plantee depende de las necesidades de cada empresa, para algunas puede ser afianzar el sentido de pertenencia, mejorar el clima laboral o el fortalecimiento de la cultura organizacional.

Una vez se tenga clara la intención, la programación que se desarrolle durante la fiesta debe transmitir ese mensaje, sin convertir el evento en una actividad tediosa para los colaboradores. Por ejemplo, si la finalidad es el clima laboral, el festejo debe ser un escenario para fortalecer la integración y buscar espacios para que los funcionarios interactúen con compañeros de distintas áreas. 

La fiesta no puede ser un suceso aislado, afirma Guerra, debe estar ligada al trabajo que se ha venido desarrollando durante el año en la compañía, y seguir la ideología y el protocolo empresarial. Sugiere planear la celebración de la mano de los líderes de cada equipo de trabajo, pues son ellos quienes conocen mejor a los colaboradores y pueden aportar información valiosa sobre su personalidad y preferencias.

De esa forma, si se conoce que los empleados suelen consumir alcohol más de la cuenta, quien organice la fiesta tendrá la oportunidad de regular las bebidas alcohólicas. Así se evita un mal momento y se le transmite a los colaboradores la idea de gozar de una forma sana y sintiendo el aprecio de la empresa. Pues, a pesar de ser un espacio para el disfrute y la diversión, el reglamento de la organización se sigue aplicando.

Fuente: http://www.capitalhumano.com.co/ > Link nota original

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